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No pensaba en su mundo, porque cuando lo hacía decaía en su profundo abismo.
Dando vueltas a la cama, que le inspiraba, en la que no discernía su estancia de la distancia.
Volviendo al punto de partida una y otra vez, sin poder dormir, sin saber que hacer…
Su cuerpo divagaba por el mundo como si todo fuera banal en él y no solo el mundo, si no su alma también. A pocas cosas daba importancia porque todo en cierta parte era mezquino y a veces cruel.
¿Qué sería de ella sin sueños? No puede dormir, y sus sueños despierta cesaron porque en el mundo no ve devenir, dejándose llevar, sin saber que decir.
Porque no necesita saber más, o ser más inteligente, o más guapa o volar; porque ya no imagina y muere poco a poco sin sueños ni palabras de un mundo que se cree más listo, que crítica sin saber lo que realmente oye y ve, porque no difiere, solo demuestran por encima de los demás, unos sobre otros, para acabar pisándose sus propios pies.
Ahora muere y el mundo con ella, pero mientras se da cuenta que el mundo seguirá girando mezquino y cruel sin darse cuenta de lo enterrada que esta su piel.