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Acostumbro a pensar que se me escapa el tiempo.
Persigo al tren que llega a toda velocidad a la estación. Corro, atravesando las calles, para arañar unos pocos segundos a la piel incorpórea que nos aplasta. Trazo diagonales y atajo por calles que desconozco para llegar cuanto antes a buen recaudo. Al seguro que hace que mi tiempo sea, sino infinito, etéreo.
Cuando estoy a tu lado el tiempo es indescifrable, pendiendo de un hilo que dejo de ver y que poco importa. Contigo espero los semáforos en rojo y no cruzo la calle para alcanzar con angustia el otro lado.
Contigo es diferente. Junto a ti, respiro los segundos porque mi vida se alimenta de ellos. De cada momento, de cada inmortal instante donde puramente, brillas.
Donde, tú y sólo tú, consigues detener el tiempo.